Medicus
La medicina romana tuvo su origen en la religión. Los romanos se encomendaban a la la diosa "Salus", de la salud, o al dios "Asklepios", de la medicina a través de rituales y conjuros. Cuando se desarrolló la medicina, entre los remedios usados por los médicos se encuentran dietas, purgantes, emético, baños, reposo, masajes, vino y música y no se descartaba el uso de la cirugía. En Pompeya se han encontrado instrumentos quirúrgicos en la Casa del cirujano. Entre el instrumental utilizado encontramos escalpelos, fórceps, catéteres y fármacos para la cirugía como sedantes y analgésicos.
La higiene formaba parte de la medicina, así se realizaron obras por todo el imperio destinadas al saneamiento, como desecación de zonas pantanosas, construcción de cloacas, decantación del agua corriente, enterramientos fuera de la ciudad. Los baños se prescribían como curativos. Incluso se hervía el instrumental antes de las intervenciones quirúrgicas.
Los "médicus" solían ser griegos o esclavos en la época republicana, pero en la etapa imperial fueron considerados como ciudadanos romanos que incluso estaban exentos de hacer el servicio militar o pagar impuestos. También algunas mujeres ejercieron la medicina.
El principal interés para los romanos en relación con la medicina era mantener la salud de sus ejércitos, por lo que las legiones llevaban siempre consigo a médicos que se encargaban de los "valetudinaria" u hospital de campaña. Estos se conformaban como un pasillo central con habitaciones a los lados con capacidad para cuatro o cinco personas, separando heridos de enfermos. Así mismo, los patricios contaban con la asistencia de uno o más médicos de cabecera. El emperador tenía su médico personal. Y para el resto de ciudadanos existía el "archiatri", un médico municipal que les atendía gratuítamente.